Quienes me conocen saben que mi fuerte no es el deporte, por un lado carezco de flexibilidad, agilidad y destreza para practicarlo y por el otro (de manera absurda), siempre temo lesionarme. Sin embargo, desde mi época universitaria encontré que caminar era una forma de ejercitar no sólo mi cuerpo sino también mi mente. Así que hoy retomé una de mis pasiones: salir a caminar.
Decidí salir a caminar pensando en que los años no vienen solos, por lo mismo en el último tiempo me cuesta más mantener mi peso, debo además admitir que me siento algo frustrada cada vez que dentro del plan nutricional le propongo a mis pacientes mejorar la actividad física, pienso en las veces que yo así como ellos, he encontrado excusas perfectas para permanecer quieta y que pueden ir desde la falta de tiempo, hasta la falta de ropa.
¿Cuánto tiempo debo caminar?
Se requieren al menos 30 minutos diarios a paso moderado (5 km/h), o lo que es lo mismo, recorrer 2.5Km durante media hora de caminata continua. A un adulto mayor, se le recomienda caminar al menos 30 minutos, tres veces a la semana, mientras que una persona más joven puede caminar 45 minutos y complementarlo con otro tipo de actividad dependiendo del objetivo propuesto. Lo importante en cualquier caso es la constancia de manera que una vez comiences no te detengas.
Recomendaciones iniciales
Si bien es cierto caminar es uno de los tipos de actividad física que representa un menor riesgo de lesión es importante tener en cuenta algunas recomendaciones iniciales:
- Asegúrate de no tener lesiones que dificulten la marcha.
- Define los días de la semana y momento del día que más se acomode a tu disponibilidad de tiempo.
- Establece una ruta de recorrido seguro, preferiblemente sobre terreno plano y libre de obstáculos.
- Utiliza ropa cómoda y calzado adecuado, ya que te ayudarán a caminar de manera correcta.
- Evita llevar objetos que dificulten la marcha.
- Camina a una velocidad con la que te sientas cómodo y aumenta el ritmo cuando te sientas preparado.
- Recuerda hidratarte antes y después de caminar.
- Antes de partir, realizar un par de ejercicios de calentamiento y estiramiento para evitar lesiones.
Comienza por incorporar caminatas cortas a tu rutina diaria, recuerda que toda actividad física es susceptible de mejorar así que siempre es un buen momento para comenzar, tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.
Actividad Física y Nutrición Clínica
La interrelación entre la actividad física y la nutrición clínica ha surgido como un elemento esencial en la búsqueda de una salud integral y duradera y es que la amalgama de una dieta equilibrada con la práctica regular de actividad física se revela como una sinfonía armoniosa, donde cada nota desempeña un papel crucial en la creación de un estilo de vida saludable.
Cuando optamos por dejar de lado el sedentarismo, caminar resulta ser una alternativa a la que fácilmente podemos acceder y que genera importantes beneficios para nuestra salud dentro de los que podemos mencionar:
- Co-ayudante en el Control del Sobrepeso y la Obesidad: siendo importante abordar no sólo la calidad de los alimentos consumidos, sino también la cantidad de energía gastada, la actividad física se erige como el contrapeso necesario, permitiendo que el cuerpo utilice eficientemente los nutrientes ingeridos y evitando el almacenamiento excesivo de energía en forma de grasa.
- Optimización del metabolismo y prevención de enfermedades: La actividad física se convierte en un catalizador para la optimización del metabolismo, a través del movimiento, el cuerpo regula los niveles de glucosa, mejora la sensibilidad a la insulina y disminuye el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2; además, contribuye a la reducción de factores de riesgo cardiovascular.
- Fortalecimiento Óseo y Muscular: La salud ósea y muscular encuentra en la actividad física una defensora infatigable, fortalece los huesos, mitiga el riesgo de osteoporosis, promueve la masa muscular, protegiendo contra la pérdida asociada al envejecimiento. Esta fortaleza física no sólo implica una mayor calidad de vida, sino también una mayor resistencia ante enfermedades y lesiones.
- Favorece de la Absorción de Nutrientes: La actividad física no sólo se limita a la quema de calorías, también optimiza la absorción de nutrientes facilitando su trasporte eficiente hasta las células y su almacenamiento eficiente, además de contribuir a mejora el tránsito gastrointestinal y a la prevención de alteraciones gastrointestinales asociadas al sedentarismo.
- Mejora el estado de ánimo: La actividad física no se limita a los confines del cuerpo, su influencia se extiende al campo psicológico; la liberación de endorfinas durante el ejercicio mejora el estado de ánimo reduciendo el nivel de estrés y ansiedad. En contextos clínicos, donde la salud mental es una parte intrínseca del bienestar general, la actividad física se presenta como una herramienta terapéutica invaluable.
En conclusión, la colaboración entre la actividad física y la nutrición clínica no es simplemente una sugerencia, sino un imperativo en la lucha contra las enfermedades crónicas y la promoción de un bienestar integral. Al abrazar esta sinergia, no sólo estamos invirtiendo en la longevidad de nuestro cuerpo, sino también en la calidad y vitalidad de nuestras vidas. En este binomio indispensable, encontramos la clave para desbloquear un camino hacia una salud óptima y duradera.
Lectura sugerida: https://revistanutricionclinicametabolismo.org/index.php/nutricionclinicametabolismo/article/view/rncm.v2n2.009/27
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